lunes, 1 de julio de 2013

Sobre el complejo de la envidia del pene, según Karen Horney

 
Muchas mujeres, tanto niñas como adultas, sufren temporalmente o permanentemente por causa de su sexo. Las manifestaciones que en la vida mental de las mujeres nacen de la objeción a ser mujer se pueden rastrear hasta su ambición de tener pene cuando eran niñas, la llamada envidia del pene según Freud.
 
El hecho es que las mujeres se sienten en desventaja. Karen Horney expone un punto de vista puramente ontogenético, guiado por el psicoanálisis, sobre el complejo de la envidia del pene. Este término se puede tomar como sinonimia del complejo de masculinidad.
 
Se toma como punto de partida la forma en que probablemente la envidia del pene se manifiesta con mayor frecuencia de modo directo: el deseo de orinar como hombre. Este deseo, según Horney, se compone en tres partes.
 
·        Erotismo uretral. Haremos énfasis de la sobreestimación narcisista que tienen los niños hacia los procesos excretorios. En efecto, con lo que más comúnmente “se asocian las fantasías de omnipotencia, en especial las de carácter sádico, es con el chorro de orina que emite el varón” (Horney, 1977).
 
·        Instinto escopofilico. Precisamente en el acto de orinar el niño puede exhibir su genital y mirarlo, se le permite que lo haga, pudiendo satisfacer su curiosidad sexual por lo que respecta a su cuerpo cada vez que orina. Asunto que no se da en el caso de la mujer por el hecho lógico que sus órganos genitales están ocultos, siendo el hombre objeto de celos por la visibilidad de su órgano.
 
·        Deseos onanísticos suprimidos. Este punto se remonta a ideas (en parte inconscientes) de que al niño se le permite asir su genital al orinar que se interpreta como permiso para masturbarse. “La manera masculina de orinar era un factor decisivo de su forma de masturbarse” (Horney, 1977).
 
Las niñas están en desventaja en comparación con los niños en lo que respecta a ciertas posibilidades de gratificación. Al menos que admitamos la realidad de esa desventaja no entederemos por qué la envidia del pene es un fenómeno casi inevitable en la vid de las niñas. El hecho de que después en la madurez (potencia creadora) les corresponda un gran papel en la vida sexual no puede representar ninguna compensación para niña en esta etapa.

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