martes, 2 de julio de 2013

RASHOMON: A puertas de la percepción

“En Rashomon vivía un demonio y huyó por miedo a los hombres.”
- fragmento de la película Rashomon
 

Film basado en dos historias del escritor nipón Ryunosuke Akutagawa: ‘Rashomon’ y ‘En el bosque’. Al igual que el escritor, Kurosawa comparte la idea de cubrir sus obras con un velo de desesperanza e ironía, aunque sin abandonar nunca los imperativos de claridad y lucidez. En Rashomon vemos la mera exposición de intrigas de la corte y, también, la sorda rivalidad por el poder, en el caso, de razón y verdad. Está ambientalizada en la época Heian, cuna de la refinada cultura que manifiesta la aristocracia cortesana; sin embargo,  al autor le interesa menos esa parte y prefiere el lado raspado de la moneda: la miseria de un devastado pueblo de Kyoto. A lo Heráclito.

Kurosawa nos propone una narración arriesgada, bajo la significativa dualidad hegeliana del leñador y el monje. Reveladoramente ambos representan los escenarios principales donde se desarrolla la trama: el bosque y el templo. Por un lado, tenemos el bosque, bajo un día cálido, como contexto de hechos ilegítimamente violentos que estremecieron y consternaron a los personajes; y por otro lado, tenemos el templo, bajo un día lluvioso, como contexto de reflexión y conciliación de los personajes con la verdad y la razón de ser. En freudiano, la lucha Thanatos-Eros. Pero el director japonés no conforme con enfrentar los espacios y los tiempos, también confronta a los mismos personajes, colocándolos en una situación de desconfianza y riña (tema que se repite en los posteriores ‘Shichinin no samurai’ y ‘Kimonosu-jo’) que será pacificada finalmente por el diminuto llanto de un recién nacido. 

 

La perversidad del crimen es ocasionada por un bandido (Toshiro Mifune) que descansaba tranquilamente bajo la sombra de un árbol, cuando de pronto, una pareja de esposos (Machiko Kyo y Masayuki Mori) se cruzan con él. El malhechor se siente atraído por la hermosa muchacha que iba montando caballo. Es por ello que el delincuente elabora un plan, y se las ingenia para persuadir al marido, atarlo y luego aprovecharse de su mujer. Al final, el marido termina muerto pero la causa de su muerte no es clara… Aparecen diferentes versiones del hecho, distinguiendose tres tipos de personas, según Ortega (2010): las incapaces de mentir, las que saben mentir de forma entusiasta y convencida, y las que en realidad son incapaces de mentir pero no pueden dejar de hacerlo y lo hacen sin esperanza y sin talento. En efecto, en el primer grupo tenemos al noble monje que por medio de su fe combate las atrocidades del evento; en el segundo grupo tenemos al bandido y la pareja de esposos, encargados de sobredimensionar la realidad y hacerla multidimensional (conocido como efecto Rashomon); y en el último grupo tenemos al leñador tentado constantemente a ceder a la tentación. Sin embargo, y a pesar del excesivo pesimismo sobre la condición humana, la belleza del relato radica en la búsqueda de la verdad en las puertas del templo, en la esperanza de redención del ser humano.

La idea autentica de la imagen de Rashomon lleva al espectador a una vivencia simultánea de sentimientos tremendamente complejos y contradictorios. En Rashomon, las imagenes tienden hacia lo infinito, hablan por sí mismas: el día testifica incidentes brutales, y es por ello que sufre y llora sus pesares. La lluvia intriga y las sombras de un cálido día seducen en las puertas del templo de Rashomon.
 
  
Fuentes:
Mauricio Ortega Gonzáles (2010) "Comportamiento mentiroso: un análisis conceptual desde una perspectiva interconductual
G.W.F. Hegel (1808) "Fenomenología del espíritu"
Gonzal Mayos (2010) "El efecto Rashomon: Análisis filosófico para el centenario de Akira Kurosawa"
Sigmund Freud (1920) "Mas allá del principio del placer"

lunes, 1 de julio de 2013

Complejo de Edipo en la mujer, según Karen Horney

Las niñas y mujeres cuyo deseo de ser hombre es a menudo evidente, han pasado al principio de su vida por una fase de fijació fuerte en el padre. En otras palabras, antes que nada han intentado dominar el complejo de Edipo de la manera más normal, conservando su identificación original con la madre y, como ella, tomando al padre por objeto amoroso. En esta etapa, según Horney, hay dos modos posible de que la niña supere su complejo de envidia del pene sin detrimento para sí misma:.
 
  • Puede pasar del deseo autoerótico narcisista de tener pene al deseo de la mujer de tener un hombre (o al padre); o
  • al deseo material de tener un hijo (del padre)
 
Se sabe que el destino natural de esta fantasía amorosa es su negación por la realidad. En los casos subsiguientes dominados por el complejo de castración, esta frustración se transforma a menudo en un hondo desengaño, que deja huellas profundas en la neurosis.
 
Se subestima la potencia insconciente del deseo de tener un hijo (del padre), y en particular su carácter libidinal, por tratarse de un deseo al que después el yo puede asentir más fácilmente que a muchos otros impulsos sexuales. Su relación con el complejo de envidia del pene es doble. En parte, es sabido que el instinto maternal recibe un "refuerzo libidinal inconsciente" del deseo de tener pene, deseo que cronológicmente es anterior porque pertenece al período autoerótico.
 
En el psicoanálisis la envidia del pene se revela más en la fantasía, reprimida a un nivel mucho más profundo, que atribuye la pérdida del órgano genital masculino a un acto sexual con el padre como pareja. Es precisamente con el padre con quien, de acuerdo con la fantasía, la paciente copuló por primera vez. Es por ello que el la subsiguiente vida amorosa real, el primer compañero represente de manera peculiar al padre, tramando una actitud de venganza particular contra el que llevo a cabo la desfloración.
 
Fuente:
Karen Horney (1977) "Génesis del complejo de castración de la mujer". En Psicología femenina
 

Borrachera andina desde la mirada de Jung

 
"... parece haber conspirado todos los moradores de la América contra el agua, según rehusan de beberla pura... son inmicsimos del agua, nunca la beben pura sino a falta de sus brevajes, y no hay para ellos mayor tormento que compelerlos a que la beba (castigo que les suelen dar a veces los españoles, y sienten lo ellos más azotes)" (Cobo, 1653)
 
Desde tiempos coloniales hay un evidente rechazo al agua pura del poblador andino, volverse líquido apto al consumo humano requiere un tratamiento técnico adecuado (Saignes,1993), como dejar fermentar en una tinaja alguna planta. Es decir, toma un proceso de transformación convertir algo natural en algo elaborado. La preferencia por la bebida fermentada es la mera mantención de una costumbre tradicional o, como diría Jung, la conservación de un comportamiento arquetípico andino. Este proceso de fermentado, prolongado por el acto de hervir, simboliza la potencia de la vida.  
 
La valorizacion del agua conseguida mediante la fermentación le confiere un caracter socializado, festivo, marcador de la plena humanidad. El sueño de la colectividad (o del incosnciente colectivo) es prolongar al maximo el uso del líquido fermentado cuyo tenor alcohol produce un lenta alteracion psíquica, placer.
 
El concepto de borrachera era usado para calificar las conductas autoctonas de embriaguez recela en seguida el grado de incomprension y de desprecio del Conquistado hacia el "Otro" (Saignes, 1993). La iglesia endemoniaba los eventos festivos, los agentes nacionales e internacionales del estado y del desarrollo los reprobaban por el derroche de dinero, tiempo y energía. Sin embargo, cabe resaltar la hipocrecía social de sus argumentos, pues eran los agentes quienes trafican y despachaan chicha, vino y luego aguardiente en los pueblos
 
Por consiguiente, en lugar de analizar los reajustes socioculturales, los científicos se contenteraon con estigmatizar los sintomas más manifiestos del trastorno social, la toma de estimulantes. La relación con el trago fue encarada bajo una óptica patológica y se volvió monopolio de discursos médicos. Pero debemos recordar que la ebriedad no es lo mismo que el alcoholismo. No podemos confundir un evento festivo de tiempos irregulares con la práctica cotidiana de tomar regularmente. Entonces ¿a partir de qué cantidad y sobre que regularidad se puede tildar a alguien de "alcohólico"?
 
Por tanto el tomar alcohol plantea la relación entre una colectividad y el mundo extra-social. El ebrio "está en su otra cabeza" (del inconsciente colectivo) pues trasciende de su inconsciente personal, según Jung, pasa de una personalid
ad introvertido a una extrovertidad. En su estado él puede ser lo que quiera.
 
Fuentes:
Carl Jung (1921) "Tipos psicológicos"
Tierry Saignes (1993) "Estar en Otra cabeza: tomar en los Andes". En Borrachera y memoria

El psicoanálisis en la literatura y su valor terapéutico

 
Uno de los propósitos del psicoanálisis es revelar los impulsos inconscientes que causan perturbadores conflictos en los pacientes. Por lo tanto, el psicoanalista, por necesidad, presta gran atención a las fantasías, sueños, diarios, frases predilectas y otras inconscientes, producciones verbales, tales como equivocaciones al hablar, en el curso de sus diarias sesiones terapéuticas.
 
Freud decía que el artista era esencialmente un neurótico, y que el escritor encontraba en su obra una "gratificación sucedánea" de sus "deseos insatisfechos". El artista es un hombre que se aparta de la realidad porque no se resigna a aceptar la renuncia a la satisfaccion de los instintos, y deja libres en su fantasía sus deseos eróticos y ambiciosos. Pero encuentra el camino de retorno desde este mundo imaginario a la realidad,constituyendo con sus fantasías una nueva especie de realidad, admitidas por los demás hombres como valiosas imágenes de la realidad (Oberndord, 1994).
 
Ocasionalmente, el escrito de manera inconsciente, parece estar tratando de curar sus conflictos neuróticos mediante la escritura, asi como a veces encontramos pacientes que escriben o hablan incesantemente acerca de ellos. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el intento de un autor por liberarse de la neurosis mediante la escritura termina en fracaso. Por eso, como indica Nathaniel Hanthorne, “hay que buscar en toda la gama de sus ficticios personajes (los del autor de la novela psicológica), buenos y malos, a fin de descubrir sus rasgos esenciales”.
 
Fuente:
Clarence P. Oberndorf (1994) "El psicoanálisis en la literatura y su valor terapéutico". En Psicoanálisis y literatura.
 

Jean Piaget: Cuatro estadios del desarrollo infantil


Jean Piaget (1986-1980) fue un psicólogo, biólogo y epistemólogo conocido por su teoría de la epistemología genética y sus estudios sobre el desarrollo cognitivo en la infancia. Manifiesta que el desarrollo mental es una construcción continua, “comparable al levantamiento de un gran edificio” (Piaget, 1974) que, a cada elemento que se le añade, se hace más sólido, o mejor aún, al montaje de un mecanismo dedicado cuyas sucesivas fases de ajustamiento contribuyen a una flexibilidad y una movilidad de las piezas tanto mayores cuando más estable va siendo el equilibrio. Asimismo, indica dos aspectos complementarios de este proceso de equilibración:
 
  • Es preciso oponer desde el principio las estructuras variables, las que definen las formas o estados sucesivos de equilibrio…
  • Y un determinado funcionamiento constante que es el que asegura el paso de cualquier estado al nivel siguiente.
Además, Jean Piaget describe una serie de cuatro estadios o periodos para el desarrollo de la estructura infantil en los que se configuran determinadas caracterizaciones y que generan el paso para el siguiente estadio.
 
Periodo sensorio-motor (hasta 1 año de edad)
 
1. El estadio de los reflejos, o montajes hereditarios, así como de las primeras tendencias instintivas (nutrición) y de las emociones.
 
2. El estadio de los primeros hábitos motores y de las primeras percepciones organizadas, así como de los primeros sentimientos diferenciados.

Periodo del lactante (1 a 2 años de edad)

3. El estadio de la inteligencia sensorio-motriz o práctica (anterior al lenguaje), de las regulaciones afectivas elementales y de las primeras fijaciones exteriores de la afectividad.
Segunda etapa de la primera infancia (2 - 12 años de edad)

4. El estadio de la inteligencia intuitiva, de los sentimientos interindividuales espontáneos y de las relaciones sociales de sumisión al adulto.

5. El estadio de las operaciones intelectuales concretas (aparición de la lógica) y de los sentimientos morales y sociales de cooperación.

Adolescencia (12 a 15 años de edad)

6. El estadio de las operaciones intelectuales abstractas de la formación de la personalidad y de inserción afectiva e intelectual en la sociedad de los adultos. 
 
En cuanto a las relaciones entre el niño pequeño y el adulto, es evidente que la presión espiritual (y, a posteriori, material) ejercida por el segundo sobre el primero no excluye para nada ese egocentrismo a que nos hemos referido: a pesar de someterse el adulto y situarlo muy por encima de él, el niño pequeño lo reduce a su propia escala, a la manera de ciertos creyentes ingenuos con respecto a la divinidad, y de esta forma llega más que a una coordinación bien diferenciada, a un compromiso entre el punto de vista superior y el suyo propio.

Fuente:
Jean Piaget (1974) "Formación de la inteligencia y de las operaciones lógicas". En Seis estudios de psicología

Sobre el complejo de la envidia del pene, según Karen Horney

 
Muchas mujeres, tanto niñas como adultas, sufren temporalmente o permanentemente por causa de su sexo. Las manifestaciones que en la vida mental de las mujeres nacen de la objeción a ser mujer se pueden rastrear hasta su ambición de tener pene cuando eran niñas, la llamada envidia del pene según Freud.
 
El hecho es que las mujeres se sienten en desventaja. Karen Horney expone un punto de vista puramente ontogenético, guiado por el psicoanálisis, sobre el complejo de la envidia del pene. Este término se puede tomar como sinonimia del complejo de masculinidad.
 
Se toma como punto de partida la forma en que probablemente la envidia del pene se manifiesta con mayor frecuencia de modo directo: el deseo de orinar como hombre. Este deseo, según Horney, se compone en tres partes.
 
·        Erotismo uretral. Haremos énfasis de la sobreestimación narcisista que tienen los niños hacia los procesos excretorios. En efecto, con lo que más comúnmente “se asocian las fantasías de omnipotencia, en especial las de carácter sádico, es con el chorro de orina que emite el varón” (Horney, 1977).
 
·        Instinto escopofilico. Precisamente en el acto de orinar el niño puede exhibir su genital y mirarlo, se le permite que lo haga, pudiendo satisfacer su curiosidad sexual por lo que respecta a su cuerpo cada vez que orina. Asunto que no se da en el caso de la mujer por el hecho lógico que sus órganos genitales están ocultos, siendo el hombre objeto de celos por la visibilidad de su órgano.
 
·        Deseos onanísticos suprimidos. Este punto se remonta a ideas (en parte inconscientes) de que al niño se le permite asir su genital al orinar que se interpreta como permiso para masturbarse. “La manera masculina de orinar era un factor decisivo de su forma de masturbarse” (Horney, 1977).
 
Las niñas están en desventaja en comparación con los niños en lo que respecta a ciertas posibilidades de gratificación. Al menos que admitamos la realidad de esa desventaja no entederemos por qué la envidia del pene es un fenómeno casi inevitable en la vid de las niñas. El hecho de que después en la madurez (potencia creadora) les corresponda un gran papel en la vida sexual no puede representar ninguna compensación para niña en esta etapa.

Filosofía de la mente: Discusión mente-cuerpo



La discusión filosófica de cuerpo-mente empezó con las teorías del iniciador del método científico, Descartes (1596-1650). Quien propuso que existe una interacción entre el cuerpo y la mente, teoría conocida como interaccionismo, separando a ambas de una misma esencia original.

Otros autores, como Spinoza (1632-1677) rechazan la propuesta cartesiana. Spinoza ofrece otra alternativa teórica a la problemática: la teoría del doble aspecto. Indica que existe una única sustancia con infinitos atributos de los que solo conocemos el pensamiento y la extensión. A esta teoría se conoció como monismo, y fue defendida en el siglo XIX por el famoso biólogo evolucionista Ernst Haeckel.

Finalmente, Leibniz (1646-1716) es el que mejor ha postulado su base teórica con respecto al tema, indicando que el cuerpo y el alma marchan siguiendo un curso de desarrollo idéntico aunque paralelo, sin que mantengan interacción entre ellos, postura teórica que posteriormente fue conocida como paralelismo psicofísico. Esta tesis fue importante como base filosófica-científica durante el desarrollo de la psicología experimental durante final del siglo XIX.

Fuente:
Carlos Moya (2004) Filosofía de la mente