lunes, 1 de julio de 2013

El amor platónico vs el amor frommiano

 
Platón en El Banquete nos dedica todo un amplio marco del amor, explicado en mito. Nos dice que en tiempos remotos el ser humano era un ser con dos sexos, un ser hermafrodita que en castigo de revelarse ante el poder de los dioses, fue separado en dos mitades: hombre y mujer. Y a partir de entonces, nos dice Platón, ambas mitades vagan desoladamente por el mundo en búsqueda de su complemento, su otra mitad. En la actualidad es admirable que esta postura del amor aún cobre sentido, se conserva en esencia la síntesis platónica del amor pero disfrazada de otros términos, como media naranja, mi-media-naranja. Aunque como narración este mito puede ser muy hermoso, objetivamente es una mentalidad que ha traído déficits en el comportamiento erótico del ser humano, arrastrándolo hasta el comportamiento obsesivo-neurótico. “Si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos”, refiere Freud.

Por el contrario, como antítesis del concepto platónico, Fromm (1956) manifiesta que el amor no es un asunto del destino, es un arte, tal como lo es vivir. Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender otro arte, música, pintura, carpintería, o el arte de la medicina o la ingeniería. Asimismo, para aprender bien un arte hay que tener en cuenta tres factores: el dominio de la teoría, el dominio de la práctica, y el interés del sujeto por este arte. Por lo que Fromm ofrece una teoría del amor más madura, más objetiva que la platónica, más razonable. Cataloga el amor como el acto más humano y humanizador, y por medio del amor crece la unión entre hombres: el amor erótico es exclusivo pero ama en la otra persona a toda la humanidad, a todo lo que vive.

Con esto último, Fromm cae en una postura extraterrenal, radicalmente idealista, o si se quiere decir utópica, no separándose mucho de la postura idealista-mitológica de Platón. Sin embargo, es difícil hablar de amor utilizando términos objetivos, quitar el lado tierno que le da el idealismo al amor sería pretender robotizar al hombre para un destino incierto. El amor ofrece un destino, un futuro, ofrece liberar al hombre de su angustia ontológica... y volvemos a empezar con Platón.
 
Fuentes:
Erich Fromm (1956) "El arte de amar"
Platón "El Banquete"

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