Uno de los propósitos del psicoanálisis es
revelar los impulsos inconscientes que causan perturbadores conflictos en los
pacientes. Por lo tanto, el psicoanalista, por necesidad, presta gran atención a
las fantasías, sueños, diarios, frases predilectas y otras inconscientes,
producciones verbales, tales como equivocaciones al hablar, en el curso de sus
diarias sesiones terapéuticas.
Freud decía que el artista era esencialmente un neurótico, y que el escritor encontraba en su obra una "gratificación sucedánea" de sus "deseos insatisfechos". El artista es un hombre que se aparta de la realidad porque no se resigna a aceptar la renuncia a la satisfaccion de los instintos, y deja libres en su fantasía sus deseos eróticos y ambiciosos. Pero encuentra el camino de retorno desde este mundo imaginario a la realidad,constituyendo con sus fantasías una nueva especie de realidad, admitidas por los demás hombres como valiosas imágenes de la realidad (Oberndord, 1994).
Ocasionalmente, el escrito de manera
inconsciente, parece estar tratando de curar sus conflictos neuróticos mediante
la escritura, asi como a veces encontramos pacientes que escriben o hablan incesantemente
acerca de ellos. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el intento de un
autor por liberarse de la neurosis mediante la escritura termina en fracaso.
Por eso, como indica Nathaniel Hanthorne, “hay
que buscar en toda la gama de sus ficticios personajes (los del autor de la
novela psicológica), buenos y malos, a fin de descubrir sus rasgos esenciales”.
Fuente:
Clarence P. Oberndorf (1994) "El psicoanálisis en la literatura y su valor terapéutico". En Psicoanálisis y literatura.
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