Platón en El Banquete nos dedica todo un amplio marco
del amor, explicado en mito. Nos dice que en tiempos remotos el ser humano era
un ser con dos sexos, un ser hermafrodita que en castigo de revelarse ante el
poder de los dioses, fue separado en dos mitades: hombre y mujer. Y a partir de
entonces, nos dice Platón, ambas mitades vagan desoladamente por el mundo en búsqueda
de su complemento, su otra mitad. En la actualidad es admirable que esta
postura del amor aún cobre sentido, se conserva en esencia la síntesis platónica
del amor pero disfrazada de otros términos, como media naranja, mi-media-naranja.
Aunque como narración este mito puede ser muy hermoso, objetivamente es una mentalidad
que ha traído déficits en el comportamiento erótico del ser humano, arrastrándolo
hasta el comportamiento obsesivo-neurótico. “Si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que
uno de los dos piensa por ambos”, refiere Freud.
Por el contrario, como antítesis del concepto platónico,
Fromm (1956) manifiesta que el amor no es un asunto del destino, es un arte, tal como lo es vivir. Si
deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos
si quisiéramos aprender otro arte, música, pintura, carpintería, o el arte de
la medicina o la ingeniería. Asimismo, para aprender bien un arte hay que
tener en cuenta tres factores: el dominio de la teoría, el dominio de la práctica,
y el interés del sujeto por este arte. Por lo que Fromm ofrece una teoría del
amor más madura, más objetiva que la platónica, más razonable. Cataloga el amor
como el acto más humano y humanizador, y por medio del amor crece la unión
entre hombres: el amor erótico es
exclusivo pero ama en la otra persona a toda la humanidad, a todo lo que vive.
Con esto último, Fromm cae en una postura
extraterrenal, radicalmente idealista, o si se quiere decir utópica, no separándose
mucho de la postura idealista-mitológica de Platón. Sin embargo, es difícil hablar
de amor utilizando términos objetivos, quitar el lado tierno que le da el idealismo al amor sería
pretender robotizar al hombre para un destino incierto. El amor ofrece un
destino, un futuro, ofrece liberar al hombre de su angustia ontológica... y volvemos a empezar con Platón.
Fuentes:
Erich Fromm (1956) "El arte de amar"
Platón "El Banquete"
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