1. En todo salón de clases se fabrica un lorna y su maricón.
La pregunta que intenta contestar este breve ensayo es por qué. En el aula de
clases los personajes del "lorna " y el "maricón" son parte
de los mecanismos de proyección activados por los niños-adolescentes. Todos
proyectan sus propias ansias y su desconcierto en estos alumnos que por razones
a veces arbitrarias -formas corporales, debilidad, "femineidad" ,
suavidad, etc.- son arrojados a los márgenes de la vida social escolar. La
agresividad y crueldad inconsciente que se vuelca hacia ellos expresan una
lucha interna considerable, relacionada con presiones culturales,
particularmente, intensas en este período.
2. El cuerpo y la imaginación
tensionan al niño-adolescente hacia la exploración casi compulsiva; y en tales
circunstancias el mundo de los compañeros deviene en un laberinto de emociones,
sensaciones, deseos nuevos. Se asirán de la tabla que aparece más clara, segura
y poderosa ante sus .ojos: su propio pene. Y desde ese espacio físico e íntimo
se relacionará sensual y emocionalmente con su exterior; y ordenará su propio y
convulsionado mundo interior.
3. En primer lugar, la irrupción y contaminación
de la relación en otro tiempo edípica con nuestra madre: "ese otro niño me
está insinuando, al mencionar la vagina de mi madre, que va a jugar sexualmente
con ella, con mi madre, así como yo lo hice alguna vez, y como lo hace mi
padre". Pero, en segundo lugar, por un mecanismo simbólico de
desplazamiento, el otro niño le está diciendo que al jugar sexualmente con su
madre puede hacerlo también con él, y que él, de alguna manera, posee también
vagina. Al "tirarse" a nuestra madre nos están "tirando"
también a nosotros.
4. Todo el escenario escolar descrito, de fetichismo fálico,
de teatralizaciones penetrativas, de presencia vaginal -y que como intentamos
señalar obedecen a mecanismos de negación (período
de latencia), de conjuro y de exorcismo frente a una ambigüedad pulsional y
emotiva demasiado amenazante para el púber- tiene como necesario complemento lo
que podríamos denominar la "corporización de los fantasmas", y que
tiene en el lenguaje psicológico y psicoanalítico el nombre de "proyección".
5. Tanto las ciencias sociales como las humanas, en nuestro
país, no han tocado el tema de "la construcción del hombre" porque al
parecer consideran que "no es un problema social"; mientras que los
trabajos sobre la condición de la mujer tienen, ya, una venerable tradición. Y
esto, como se sabe, se debe a la autoimagen que los hombres deseamos proyectar;
y que hemos proyectado con éxito. Si nos escondemos a nosotros mismos nuestras
fisuras -porque así nos enseñaron-, por qué vamos a revelarlas a la sociedad de
las mujeres.
Fuente:
Daniel Del Castillo (2001) "Los fantasmas de la masculinidad"
Wao, es muy bueno este post, el como relacionaste un simple salón de clases con la teoría psicodinámica, indudablemente impensable para algunos. Buen aporte Robert, sin duda es notable tu esfuerzo en estas entradas. Éxitos.
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